llora con quien llora...
En días donde cada uno cuida su propio rancho, donde la especulación es la dueña de las horas, es bueno sacarse las anteojeras y ver nuestro entorno. Practicar la empatía y ponernos en los zapatos del otro, latir al unísono desalojando discordias, y sin esperar nada a cambio. Tal vez sea sólo un grano de arena, pero vale la pena.